El frío del otoño y el invierno obligan a revisar tu vehículo si quieres evitar averías. Si bien son varios los elementos a verificar, uno de los más importantes es la batería del coche y, con ella, el correcto estado del sistema eléctrico (alternador, polea, correa…).
Cuando bajan las temperaturas, muchos automovilistas se acuerdan de la batería del coche, porque es en esta época cuando suele dar más problemas de arranque o, sencillamente, cuando, si está próxima a su fin, acaba por fallar.
Por eso, practicar un mantenimiento preventivo te evitará contratiempos en carretera.
La batería del coche es un elemento activo que se desgasta se use o no. Incluso parado un coche actual consume electricidad: alarmas, sistemas de acceso sin llave, reloj, ordenador de a bordo, termómetro de temperatura exterior… necesitan electricidad de forma constante.
Así, llegado el momento, la batería del coche pierde sus prestaciones y deja de funcionar. Además, y a pesar de que la batería del coche se almacene en condiciones óptimas, está sometida a un proceso continuo de autodescarga, que es aún mayor con temperaturas extremas como las del verano.
Los factores que acortan la vida útil de las baterías son las temperaturas extremas (frío y calor), frecuencia de uso, trayectos cortos y la antigüedad. Todos ellos contribuyen a disminuir su potencia de arranque. Por ejemplo, el calor extremo las afecta de forma significativa, ya que acelera la evaporación del electrolito.
Sin embargo, es el frío el que más reduce su capacidad puntual de amperaje: a menos de 10ºC la batería del coche aumenta de forma gradual su resistencia a la entrega de corriente, y a menos de 0ºC esta resistencia puede marcar la diferencia entre poder arrancar o no.
En invierno, la baja temperatura del motor y del aceite demandan a las baterías mayor potencia de arranque, que en ocasiones no se logra por el deterioro sufrido en verano. También, las temperaturas bajas influyen en el proceso químico que se produce en el interior de la batería, lo que también afecta a la recarga y al arranque.
Además, con el frío y la mayor presencia de humedad no sólo la batería se resiente al ver alteradas las propiedades de su composición, especialmente las que emplean ácido, sino que las instalaciones eléctricas sacan a relucir sus derivaciones y malos contactos. Y es que una misma instalación, con sus posibles fallos y parásitos presentes todo el año, sufre más en invierno al ver incrementadas esas fugas de corriente o aumento de la resistencia.
A todo esto, hay que sumar el mayor consumo eléctrico que demandamos en estas época, con peor climatología y menos horas de luz, al emplear durante más tiempo y de forma más exigente el alumbrado, limpiaparabrisas, los sistemas de calefacción…
Asimismo, en invierno, el mal tiempo hace que muchos automovilistas abusen de los trayectos cortos, que no permiten que la batería se recargue y se reponga de los arranques en frío, obligándola a vaciar su carga de forma más acusada.
Para ver la importancia de revisar de forma periódica la batería del coche solo un dato: en 2018, según el Race, las incidencias con las baterías motivaron casi 200.000 asistencias en carretera, con lo que se mantuvo como la principal avería de los coches en carretera, muy por encima de la segunda, los problemas con los neumáticos.
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