El uso continuado de nuestro vehículo, como es lógico pensar, provoca que los elementos de desgaste sufran mucho, por lo que deberemos realizar mantenimientos periódicos para que nuestro coche esté en óptimas condiciones.
Sin embargo, aunque mucha gente no lo sepa, la falta de uso del vehículo también castiga buena parte de sus componentes. Por este motivo, si has utilizado con poca frecuencia tu coche en los últimos meses y con la llegada del verano vas a realizar un mayor uso de él, debes tener en cuenta algunas claves para que tu vehículo no interfiera en tus planes de vacaciones o de fin de semana.
Si no dispones de garaje o cochera, tu coche parado puede haber estado expuesto a elementos ambientales (lluvia, sol, granizo, resinas de los árboles, insectos, deposiciones de pájaros…) por lo que uno de los componentes que se haya visto afectado por la inactividad será su carrocería.
Si bien esto puede ser ‘sólo’ un inconveniente estético, no realizar reparaciones de chapa y pintura para arreglar pequeños desperfectos de forma periódica, puede derivar en problemas mayores en la carrocería y una factura más cara.
Pero la falta de uso no sólo afectará al exterior, ya que el interior de un coche parado también sufrirá esa inactividad, ya que muchos de sus componentes pueden obstruirse u oxidarse por la falta de lubricación que sí tienen con un uso continuado.
De este modo, componentes como los pistones del motor pueden pegarse, oxidarse o partirse, puesto que al no funcionar no se engrasan en un coche parado. Por otra parte, si existe una lubricación deficiente los elementos que contribuyen a la estanqueidad del motor pueden agrietarse, encoger o secarse, dando lugar a posibles fugas que podrían alcanzar la cámara de combustión.
En cuanto al circuito de refrigeración, puede verse muy afectado por la falta de uso, especialmente en motores refrigerados por agua (los manguitos pueden llegar a secarse y elementos como la bomba de agua o el termostato podrían oxidarse).
Asimismo, el circuito del aire acondicionado necesita usarse de forma periódica (también en invierno) para su lubricación. También un coche parado mucho tiempo verá cómo se deforman sus neumáticos por el peso del vehículo y elementos como la bomba o la cremallera de dirección pueden verse perjudicados si el aceite no circula regularmente por ellos.
Elevalunas eléctricos, frenos, cajas de cambio y diferenciales, fusibles, lavaparabrisas y faros son otros de los elementos que pueden sufrir por la inactividad de un coche parado, así como la batería, que si está hacia el final de su vida útil se verá especialmente afectada por las altas temperaturas del verano.
De este modo, es importante que, cuando vayas a coger un coche parado durante un espacio largo de tiempo para tus viajes veraniegos, tengas en cuenta algunas recomendaciones para no llevarte sorpresas desagradables.
Lo primero de todo es que revises los niveles del refrigerante, del aceite, del aceite de la dirección asistida, del líquido de frenos… así como el estado de la batería (por ejemplo, que no presente óxido en los bornes). De igual forma, revisa los neumáticos, pues no sólo habrán perdido presión si no que pueden haber sufrido alguna deformación por el peso o le hayan aparecido grietas.
Otro de los elementos que sufre el paso del tiempo son las correas, por lo que es conveniente realizar una inspección visual para ver si hay alguna que muestre signos evidentes de deterioro.
En este sentido, una vez hayamos arrancado, si escuchamos un ‘chirrido’ (que al poco tiempo desaparece) o un ruido más bien ‘metálico’ (en este caso, esperar unos instantes con el motor en marcha y si persiste, pararlo) son síntomas de que pueden haber algún problema en alguna de las correas por lo que será necesario llevar lo antes posible nuestro coche a un taller de confianza.
A la hora de arrancarlo, ten paciencia. Aunque no es un defecto, encender el motor podría tardar más de lo normal, debido a la inactividad. Si es mucho tiempo el que le damos para arrancar hay que hacerlo en varias etapas y nunca insistir más de 5 segundos por intento hasta que arranque, ya que podemos provocar que el motor de arranque se ‘gripe’.
Una vez el coche haya arrancado, es importante no acelerar y dejarlo al ralentí un periodo de tiempo, si es posible al menos unos 5 minutos, para ayudar a que todos los fluidos que recorren el motor lleguen hasta el último rincón y los sistemas vuelvan a estar en óptimas condiciones de uso.
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