Es mejor prevenir que curar y que es mejor dedicar un poco de tiempo previo a que luego algo salga mal en carretera y se te estropee el inicio de las vacaciones.
El elemento clave en la seguridad del coche, el único que lo mantiene en contacto con el asfalto. Es por eso que es capital que se encuentre en buenas condiciones.
Por una parte, hay que comprobar que la profundidad del dibujo es suficientemente profunda, para lo que se puede usar el truco de la moneda del euro: que no se vea la arandela exterior dorada. También hay que comprobar que no tengan deformidades o estén cristalizados. Por último, meterles la presión correcta estipulada por el fabricante.
Tan importante es ver como que te vean, además del hecho de que ir con una luz fundida puede suponer una multa si te caza algún agente. Por eso, antes de partir comprueba que todas funcionen como debe. En los coches antiguos es más fácil cambiar una si está fundida, pero en los más modernos tendrás que pasar por el taller.
Por descontado, rellena el depósito del limpiaprabrisas, ya sea con líquido específico o con agua (pero cuidado con echarle ‘Fairy’ que puede generar espuma y obstruir el circuito). De la misma manera, comprueba que los ‘limpias’ estén bien, tengan la goma y que limpien.
El aceite es clave para el correcto funcionamiento del motor, así que una comprobación rápida te puede ahorrar muchos dolores de cabeza. Siempre con el coche parado y el motor frío, utiliza la varilla para comprobar que el nivel está entre los dos límites estipulados.
Que no te engañe el nombre, el líquido anticongelante, también como refrigerante, se encarga tanto de evitar problemas con las heladas como de los derivados de la subida de temperaturas. Teniendo en cuenta lo que marcan los termómetros estos días, es necesario que esté en su punto.
Echa un ojo al vaso de expansión, es traslúcido, así que es fácil ver si el nivel está entre los márgenes estipulados. Conviene llevar siempre una garrafa en el maletero del coche.
Que el coche frene como debe es importante siempre, pero en viajes largos por carretera, en los que se va a velocidades mayores de lo habitual, todavía más. Comprobar que todo está como debe es sencillo: presiona el pedal del freno y mira a ver si baja el nivel del líquido de frenos de vaso de expansión.
Esto último es más una cuestión de comodidad, pero también puede serlo de seguridad, ya que a temperaturas altas el conductor pierde reflejos y capacidad de reacción, lo que puede derivar en un accidente en función de las situaciones que se den.
Basta con que enciendas el aire acondicionado y compruebes que enfríe. En caso de que no, te tocará ir a recargarlo, una operación que por norma general no hay que hacer de manera regular.
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