No es la primera vez que os hablamos de los diversos líquidos o componentes que nos encontramos bajo el capó de nuestro coche. El líquido anticongelante o refrigerante -se pueden usar indistintamente ambos términos, aunque lo de «anticongelante» es más una de las propiedades del líquido refrigerante-. es de vital importancia para el correcto funcionamiento de nuestra mecánica así como para la salud a largo plazo de esta.
Aunque esto depende del fabricante, como norma general, el líquido refrigerante se debe cambiar cada dos años o cada 40.000 kilómetros si queremos mantener en correcto estado el circuito de refrigeración y el líquido con las propiedades requeridas por la mecánica. Como todo en este mundo, esta es la recomendación de los fabricantes, pero hay gente que por ahorrarse unos euros aguanta más el líquido refrigerante, el aceite del motor, los filtros de aire, los filtros de aceite y mucho más y como norma general, no pasa nada grave.
Nuestro motor se calienta por el calor generado en las combustiones y detonaciones que se producen en su interior. Por esto es necesario un sistema que junto con el aire que entra en el vano motor a través de la parrilla -cuando estamos circulando-, ayude a extraer todo ese calor para evitar el rozamiento y que sus piezas metálicas puedan fundirse.
El líquido refrigerante o anticongelante es lo mismo y entre sus extensas funciones destacamos la de proteger el motor de la congelación, de la corrosión -por eso es importante que no se mezcle o diluya con agua para ahorrar- así como evitar cavitaciones o espumas.
El sistema de refrigeración de un vehículo es muy sofisticado y permite que el refrigerante se extienda por todo el motor, refrigerando las partes vitales, atrapando ese calor y llevándolo al radiador donde gracias al aire se enfriará y volverá «refrescado» nuevamente a circular por el sistema para atrapar más calor.
La misión del líquido refrigerante es pues, bastante simple. Se trata de un líquido diseñado para absorber el exceso de calor del motor, de forma que se mantenga en su temperatura ideal de servicio que se encuentra en los 90ºC. Además este refrigerante debe funcionar correctamente en el rango de temperaturas de uso del coche, o lo que es lo mismo, debe funcionar en nuestra región por mucho calor o frío que haga. Todos estos requisitos van a definir exactamente cómo es el líquido refrigerante, y por qué, además, es tan importante su característica anticongelante.
Hasta no hace mucho el agua era el principal refrigerante del coche. Pero, como podemos imaginar, si ahora no se utiliza será por algo, y ese algo es que a pesar de tener las mejores propiedades en cuanto a disipación de calor, su punto de congelación y de ebullición la hacen inservible como buen líquido refrigerante. Además, el agua por sí misma corroería el metal sin remedio, por lo que se hace necesario sustituir el agua por algún líquido capaz de contrarrestar esos defectos, sin que la capacidad de absorber calor se vea demasiado mermada.
El agua absorbe mucha energía antes de calentarse tan solo un grado, pero se congela a 0 ºC, hierve a 100 ºC, y además corroe el metal. Por eso se añadieron los anticongelantes y otros aditivos muy interesantes. Hay que destacar que el líquido refrigerante tiene un punto de ebullición muy por encima de los 100 ºC y un punto de congelación muy por debajo de los 0 ºC (entre -16 ºC y -32 ºC).
Resumiendo un poco, la capacidad calorífica del agua no tiene rival, pero tiene los puntos débiles de sus temperaturas de congelación y fusión, y además es corrosiva.
Existen una cantidad bastante amplia de aditivos que consiguen bajar la temperatura de congelación del líquido resultante, y elevar la de ebullición, además de corregir esa tendencia tan incómoda a la corrosión. Y ahí entra en verdad la parte interesante: el anticongelante. Desde finales de los años 1930 se utilizan etilenglicoles, unos alcoholes que proporcionan una baja temperatura de congelación y un punto de ebullición alto, en torno a los 197 grados Celsius si se encuentra en estado puro.
El etilenglicol es, en realidad, el famoso anticongelante. No lo encontraremos 100% puro, sino como máximo al 90%, puesto que además de etilenglicol nos encontraremos todos los aditivos imaginables: antiespumantes, conservantes, colorantes, antioxidantes, inhibidores de corrosión,… Esto significa que el anticongelante más concentrado del mercado ya viene con los aditivos que proporcionan la durabilidad necesaria, de forma que dure esos dos años, o 40.000 km que nos van a recomendar oficialmente, antes de cambiarlo.
El líquido refrigerante está formado por agua destilada, normalmente, y ese anticongelante concentrado. Dependiendo del porcentaje de anticongelante, así de efectiva será la mezcla con las bajas temperaturas. Por este motivo, las características del líquido refrigerante (y lo que nos podemos encontrar en la etiqueta) son, principalmente:
Concentración de glicoles, expresado en el porcentaje del peso del total.
Su densidad en gr / cm2.
El pH, que nos indica la capacidad de corrosión del líquido sobre los metales.
Cantidad de inhibidores alcalinos presentes en la mezcla.
Dato de temperatura: punto de congelación en ºC.
Corrosión a los metales, o lo que es lo mismo, la capacidad agresiva del líquido sobre esos metales. Los valores máximos aceptados son de +/- 0,4 mgr/cm2 para todos los metales, salvo la soldadura, que es 0,6 mgr/cm2 .
Tiempo que tarda en desaparecer la espuma formada, que debe ser menor de 5 segundos y tener un volumen máximo de 50 ml.
Cenizas, que la cantidad máxima de residuos, expresado en porcentaje.
Manchado de pinturas: si mancha, o no.
Contenido en cloruros.
Ataque al caucho: si, o no (no debería).
Estabilidad al almacenamiento, o tiempo máximo recomendado de almacenamiento, y sus condiciones: mínimo 1 año en el envase original entre –18 ºC y +50ºC.
Para saber si estamos ante un buen refrigerante debemos analizar lo siguiente:
Buena capacidad calorífica.
Baja temperatura de congelación, algo que supone que no aumente el volumen del líquido, con el consiguiente riesgo de que alguna parte del circuito se raje o se deteriore. El circuito suele tener mecanismos que ayudan a mitigar esos efectos como el vaso de expansion.
Alta temperatura de ebullición, evidentemente, bastante más alta que la temperatura de funcionamiento del motor, y posiblemente más alta que la temperatura máxima de funcionamiento.
Propiedades correctas anticorrosivas, y anti incrustantes. Eso supone que haya menos cantidad de depósitos sólidos, así como de depósitos de calcio o magnesio.
Buenas propiedades del líquido en sí, en cuanto a su dinámica: que no se produzcan espumas, o que no persistan demasiado tiempo; que tenga una viscosidad baja, para poder fluir con menor resistencia.
Fuente: autonocion.