Los elevalunas eléctricos son unos de los elementos de confort más extendidos entre los vehículos. Si bien en su origen fueron un extra sólo para coches de lujo, su uso en vehículos más populares comenzó ya a mediados de los años 80 del siglo pasado y hoy en día es un elemento prácticamente generalizado, al menos en las posiciones delanteras.
De este modo, fue uno de los primeros componentes del cada vez más nutrido sistema eléctrico de un coche. Este sistema tiene sus ventajas pero también algún inconveniente, ya que cuantos más elementos eléctricos, más posibilidades hay de que fallen.
Es más, la mayoría de los fallos que tienen los coches en la actualidad son debidos a problemas eléctricos y una de esas averías se puede dar, precisamente, en el elevalunas de nuestro coche, especialmente en verano.
Los elevalunas eléctricos de los coches son los encargados de subir y bajar las ventanillas mediante el accionamiento de un botón, con el que no solo controlamos la apertura y el cierre, sino que también nos permite bloquear los controles individuales de cada una de las ventanillas.
El elevalunas se divide principalmente en dos elementos, el mecanismo de elevalunas y el motor. Lo más habitual es que el problema se encuentre en el propio mecanismo de elevalunas, ya que tiene varios elementos móviles que pueden fallar. Así, puede averiarse el cable que transmite el movimiento del motor o la estructura por donde circula el cable y sostiene el cristal.
De este modo, si al accionar el botón, el motor suena pero la ventanilla no se mueve, o bien lo hace ‘a trompicones’ lo normal es que sea algún componente de este mecanismo el que esté fallando.
Sin embargo, también se pueden dar problemas en el propio motor del elevalunas. En caso de que al presionar el botón, el motor no responda de ninguna forma, el problema será ese, con lo que deberemos sustituir el motor.
Durante el invierno y la primavera es probable que la única ventanilla que tenga cierto uso sea la del conductor, ya que la temperatura exterior no invita a que se abra con frecuencia y su utilización se limite a cuando se realizan pagos en peajes, parkings…, mientras que las otras permanezcan inmóviles durante semanas o meses.
Sin embargo, con la llegada del buen tiempo y el aumento de las temperaturas, su uso comienza a ser más continuado, por ejemplo, para ventilar el coche si lo hemos dejado aparcado al sol.
Y es precisamente ese poco uso el peor aliado para los elevalunas eléctricos. La mayor parte de las averías en los sistemas eléctricos de los elevalunas están originadas por los «extremos»: desgastes por su excesivo uso o problemas en el motor eléctrico por óxido por la falta de uso. Así, en el compartimento que forma la puerta, donde va montado el motor del elevalunas, siempre se acumula humedad de la lluvia, etc. Por eso, si no se usa con frecuencia, el sistema se oxida y empiezan los fallos.
Lo más común es que ese fallo se produzca en una de las ventanillas. Sin embargo, en muchos casos los elevalunas eléctricos de las ventanillas pueden dejar de funcionar en la parte trasera, en la delantera o en las dos al mismo tiempo, invalidando así las cuatro ventanillas del coche, con el trastorno que eso conlleva, sobre todo, si dejan de funcionar cuando el cristal está bajado.
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